Donnerstag, 5. Mai 2016

La estrella de la Competencia Latinoamericana fue La última navidad de Julius

La gran estrella de la Competencia Latinoamericana fue La última navidad de Julius. Tras Atolondrado y Los lemmings contraatacan, Edmundo Bejerano escogió al singular Julio Barriga para protagonizar la tercera parte de su trilogía sobre poetas, que se distancia considerablemente de sus films precedentes. Si en los dos primeros Bejarano acompañaba a Washington Cucurto y Fabián Casas en un viaje que tenía como meta el reconocimiento del talento de éstos, en esta ocasión el sujeto de estudio y admiración del boliviano no emprende ninguna odisea fuera de su madriguera o alrededores, dado que el día a día de ‘Julius’, o el ‘Iggy Pop de Tarija’, ya es en sí una odisea. Bejerano convierte las divertidas y conmovedoras acciones de Julius –hacer flexiones en un parque infantil o escribir cartas de amor a su musa Amy Winehouse– en una epopeya sin pretensiones heroicas. La última navidad de Julius es una apología honesta del malditismo. Un excelente documental sobre las pautas de comportamiento del poeta-outsider.

Flyer de La última navidad de Julius


Gozoso retrato del "EL hombre que amaba a Amy Winehouse"

La última navidad de Julius de Edmundo Bejarano, gozoso retrato del poeta tarijeño (al menos actualmente, vivió incluso en Mendoza) Julio Barriga, filmado desde la inmediatez, la informalidad y la inteligencia. Barriga es un bohemio irredento, autor de un libro llamado El hombre que amaba a Amy Winehouse, escrito desde la libertad y el desparpajo y editado hace poco por la editorial El Cuervo, cuyo director Fernando Barrientos aparece en la película. (Un paréntesis: hace unos meses, Barrientos tuiteó que Tarija era un páramo cultural; se me ocurre que fue en ocasión de su viaje para participar en la película. Igual es un lugar que, sin conocerlo, me cae simpático: es relativamente bajo, allí hacen vino y vive Barriga). Volviendo a la película, el libro (en cuyo prólogo Barrientos presenta a al poeta) no me había preparado para la versión en vivo del personaje, de quien sabía de su vida precaria y su amor por el trago. Pero Barriga es un dandy, que a los sesenta años es capaz de treparse a los árboles, humillar a los adolescentes que hacen gimnasia en la plaza y pasearse por la ciudad con un andar de gentleman. Solo a un actor he visto caminar con semejante elegancia: el australiano David Gulpilil. La última navidad es otro de los buenos recuerdos del Bafici.