Acabo de cumplir cuarenta y cuatro años y desde los diez que escribo. Al principio escribía historietas que también dibujaba y que armaba en unas hojas de papel que mi papá me compraba en una cartonería que estaba en frente de mi casa. Mi papá compraba el papel y mi padrino —que vivía con nosotros en una casa inmensa y pobre— cortaba las largas hojas hasta que estas quedaban del tamaño de una revista. Ahora se habla mucho sobre el futuro del libro, si va a mudar definitivamente hasta convertirse en una pura realidad virtual. Los chicos que nacen con internet pueden acumular toda la obra de Tolstoi en un pequeño archivo. Y leerla en sus computadoras. Sin embargo, me cuesta creer que vamos a poder dejar de tocar el papel, de olerlo. De conservar un libro en el abrigo. Cuando mi mamá enfermó y murió en un hospital de la obra social de mi viejo, yo paseaba por los pasillos con una edición pocket de Trópico de Cáncer. Como una petaca, lo tenía en el bolsillo de mi sobretodo. Eran los años ochenta y algunos jóvenes usábamos sobretodos negros y zapatones negros. En medio de esos días tan desgraciados, sacaba el libro y le empinaba un trago. La voz de Miller me daba fuerzas. Aún sé de memoria ese comienzo increíble: “No tengo ni dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, pensaba que era un artista, ya no lo pienso, yo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. No hay más libros que escribir.¿Entonces esto qué es? No es un libro. Es un líbelo, una difamación. Es un prolongado insulto, en escupitajo arrojado a la cara del arte, un puntapié en el culo de Dios, del hombre, del destino, del tiempo, del amor, de la belleza…” La voz extraña que le había dictado esos poemas tan increíbles a Rimbaud volvía a hablar en la boca de un expatriado frenético que a los cuarenta años se rebelaba ante el cliché que es nuestra vida.
Uno nace e inmediatamente es arrullado o conmovido por la voz de nuestros mayores, por la voz cansada de los locutores de tv y la voz matutina de nuestros maestros. Pero, paralelo a estos sonidos, se engendra otro tipo de diálogo. Hay alguien hablándonos desde los comienzos de los tiempos, pero pocas veces intercepta nuestros destinos. Cuando eso sucede, el mundo se convierte en un lugar oscuro y peligroso, donde también está la salvación.
A esto, que voy a llamar la Voz Extraña, no se lo puede definir, pero se lo reconoce. Tiene las características de la poesía. Y a veces se la puede aislar del cuchicheo incesante de nuestro ego. Desde que nos levantamos hasta que nos dormimos, la máquina se pone en marcha y se activa nuestro diálogo interno. Ese diálogo construye el mundo en el que vivimos. Nos dice quienes somos, qué cosas tenemos que conseguir y trata de que lo sigamos al pie de la letra. Quiere que seamos lo que todos esperan que seamos, y que nos reproduzcamos y listo. Una vez conseguido esto, nos abandona con las cuentas impagas y el matrimonio en el horno. Es la Voluntad ciega que está acá sólo para seguir estando y nos hace muy desdichados. Nos hace esclavos.
Cuando escribo algo, tengo como mínimo dos sensaciones: una, que es algo escrito por mí, que me satisface y me representa. Tengo, después un largo tiempo haciéndolo, cierto oficio. Cualquiera adquiere una habilidad si se empecina en eso. El periodismo, por ejemplo, es puro oficio. Pero resulta que uno siente que el escritor debe ir siempre en contra de su habilidad. De manera que esos textos que parecen tan redondos y buenos son en realidad falsos amigos. Así que los dejo de lado o los intervengo hasta que escapan a mi control y empiezan a drenar la voz extraña. Entonces los relatos o los poemas me empiezan a dar verguenza ajena, incertidumbre y todas esas sensaciones con las que es mas difícil convivir. Ahí sé que —mas allá de los logros— estoy, como quería Kerouac, en el camino.
Vladimir Nabokov decía que la literatura empezó un día en que un pastor entró en la aldea gritando que venía el lobo, sabiendo que eso no era verdad. Es una buena definición pero está sostenida en un registro moral que me molesta. Asocia la literatura a la mentira. Un libro de ensayos deVargas Llosa sobre autores que lo conmovieron se llama “La verdad de las mentiras”. Sigue en la misma línea de flotación. Hace muchos años volví del colegio y le dije a mi madre que había un chico con unas orejas de burro ortopédicas. Mi mamá me dijo que era porque no estudiaba. Todavía hoy recuerdo la cara de ese chico que nunca existió. Tenía pelo marrón, dientes grandes, un guardapolvo que le quedaba apretado y estaba de pie en la puerta de entrada del Martina Silva de Gurruchaga, justo donde pegaba el sol. Le brillaba el armazón de metal que sostenía las orejas de burro inmensas, que eran de piel. Como ustedes comprobarán, yo no estaba mintiendo: simplemente, como en la Edad Media, como muchos otros chicos del mundo, tenía visiones. Antes de aprender a leer, ya tenía revistas de Batman. Estaban editadas por la editorial mexicana Novaro. Recuerdo una especial en la que en la tapa Batman se posaba por encima de una gran claraboya de vidrio. Debajo, mirándolo asustado, estaba el Guasón. De la boca de Batman salía un globo blanco de texto. Creo que pasé tardes larguísimas imaginando qué le estaba diciendo al Joker. Aún hoy, cuando voy al Parque Rivadavia a buscar libros viejos, me fijo entre esas revistas mexicanas que ahora son material de coleccionista, para ver si doy con la dichosa tapa. Poco antes de terminar la primaria me pasé las mañanas viendo un programa donde el mago Fantasio realizaba trucos en vivo, en un estudio repleto de chicos. Tenía un truco especial que me volvía loco. Juntaba chicos que seleccionaba del público y los ponía a sus costados. Acto seguido, decía, “ahora voy a pesar 200 kilos”. Y se tiraba al piso y los chicos no lo podían ni sostener ni levantar. Repetía esto varias veces pero bajando cada vez más de peso, hasta que decía: “ahora voy a pesar 20 kilos” y cuando se tiraba al piso, los chicos no sólo lo sostenían sino que lo hacían flamear. Le pedí a mi papá que me comprara la caja de trucos de Fantasio, pero el Gran Truco no estaba. Podías hacer desaparecer un pañuelo, fingir que cortabas un dedo y lo volvías a poner en el mismo lugar, pero nada del Gran Truco. Pasaron algunos años y coincidí en la colonia de vacaciones con un chico que había sostenido a Fantasio en el programa. Me lo comentó mientras nos cambiábamos en el vestuario para entrar a la pileta. Le pregunté, impaciente y nervioso, si todo estaba arreglado con el mago, eso de tirarse y no sostenerlo, etc. El me dijo: “No. Era increíble. ¡De pronto el tipo no pesaba nada!” Eso me mató. Sentí que en algún lugar había una estafa, pero que era en realidad encantadora. Ese mismo poder de extrañeza encontré después en la literatura.
No quiero decir que esto sea la Voz Extraña, ya que nadie sabe qué es. Pero sí que ese estado de encantamiento le es propio, la propicia. Es imposible que todos esos tipos hayan entrado a Troya en el caballo de madera como si nada, pero la imagen es poderosísima y sin duda habla de algo que pasó hace mucho tiempo y que es funcional al costado más inquietante de nuestra humanidad. Quiero decir que hay cosas que suceden en el mundo y hay cosas que sólo pasan en el espíritu. Y el Espíritu, como todos sabemos, sopla donde quiere.
Esta cualidad del Espíritu de elegir a quien se le cante para ser su intérprete, no es un hecho que debamos tomar a la ligera. Es un lugar común suponer que los llamados artistas o locos son los que suelen tener una visión especial del mundo. Esto no es así. Puede haber artistas que hayan sufrido por una aguda sensibilidad, pero lo cierto esa que la Voz Extraña le toca a cualquiera. Veamos algo que escribió León Bloy: “No hay en la tierra un ser humano capaz de declarar quién es. Nadie sabe qué ha venido a hacer a este mundo, a qué corresponden sus actos, sus sentimientos, sus ideas, ni cual es su nombre verdadero, su imperecedero nombre en el registro de la luz…”. De manera que encontrarse con la Voz Extraña no es como respirar sino como ser respirado. No la podemos llamar, pero si podemos propiciarla vaciando nuestro canal. ¿Cómo se hace esto? Bajando el ego hasta el mínimo, liberándonos de los apegos que nos esclavizan y volviéndonos inaccesibles. Hay que buscar el equilibrio, no la inteligencia. Y todo esto se logra con disciplina. Sé que estas palabras suenan a la basura de la autoayuda, pero no puedo expresarme mejor y les pido disculpas. Tal vez deba pasar de nuevo de lo abstracto a lo concreto.
La cruza entre el pensamiento hindú y chino se dio en el siglo I después de Cristo por medio de las enseñanzas budistas. Como resultado de esas dos modalidades surgió el Budismo Zen. El Budismo Zen llegó al barrio de Boedo de la mano del padre del Japonés Uzu, quien vino a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial. El Japonés Uzu iba al colegio conmigo y no se llamaba Uzu sino Kimitake Hiraoke, pero todos, vaya uno a saber porqué, le decíamos Uzu. La llegada de la familia Uzu fue por escalas. Primero vino el padre para inspeccionar el lugar y ver si podía probar suerte. Lo ayudó la comunidad japonesa y rápidamente pudo ponerse una tintorería. En Osaka, su lugar de origen, tenían una bicicletería. Cuando Uzu, el hermano y su madre arribaron al aeropuerto de Ezeiza, los sorprendió que el hombre que los estaba esperando fuera melenudo, un beatle japonés. “Estoy tratando de pasar desapercibido, de parecerme a ellos”, les dijo el padre para tranquilizarlos. El padre era cultor del zen y solía relatarle historias de ese tipo al japonés Uzu. Ya en el colegio, él nos la contaba a nosotros. De esta manera, nacía el Boedismo Zen. Uzu solía decir estupideces de este tipo: “Antes de encontrar mi camino, yo era el camino”. O relataba las andanzas de Bokuden, un samurai cultor del arte de la no espada. En el secundario armamos un equipo de fútbol que se llamó Boedo Juniors y que salió campeón del torneo de la parroquia Santa Amelia. Uzu jugaba de delantero, era grandote, veloz y difícil de marcar. Antes de entrar a la cancha, nos instruía en Boedismo Zen. Esa era la charla técnica. Con el tiempo, al igual que el padre, se dejó crecer el pelo y se hizo plomo de una banda de heavy metal. Una noche iba con un amigo en un auto y alguien en otro auto los empezó a perseguir. Nunca se pudo saber por qué el perseguidor empezó a tirar tiros y uno rompió el vidrio trasero del coche y entró por la cintura de Uzu y salió por el abdomen. Lo partió al medio. Igual sobrevivió, pero este hecho dividió su vida en un antes y un después. Dejó la banda de metal, se cortó el pelo y se puso a estudiar filosofía. Ahora da clases sobre Deleuze en la universidad. Creo que lo importante no es lo que dicen los protagonistas, sino lo que dicen los trazos de las vidas de los protagonistas. Samuel Taylor Coleridge estaba soñando el poema de la construcción del palacio del Kubla Kan en un día de verano de 1797. Hasta que un hombre venido de una localidad cercana lo despertó. Coleridge perdió el hilo del poema que la Voz Extraña le había estado transmitiendo, pero con lo que recordó publicó unos cincuenta versos rimados. Más que el fragmento lírico que dejó para la historia, me gustan las circunstancias en las que se desarrolló la escritura. La Voz Extraña suele hacer karaoke con nuestros destinos.
Editorial EL Cuervo es un proyecto independiente de Bolivia que publica a una generación de narradores latinoamericanos: Una editorial con identidad propia: Ajena a supersticiones academicistas, comerciales o de grupo; abierta a propuestas novedosas y arriesgadas.
Todo comenzó cuando Fernando Barrientos tomo la decisión temeraria de publicar un libro de poemas: "El Cuaderno de Sombras" de Julio Barriga, donde el autor toma la voz de un amigo poeta, al que se acababa de llevar Caronte; Roberto Echazú "El Héroe del Silencio", en este libro Julio habla con él e ilumina el lado oscuro de las cosas.
Con el tiempo Barrientos publicó a una nueva generación de jóvenes y destacados escritores como Liliana Colanzi, Rodrigo Hasbún, Maximiliano Barrientos, Mauricio Murillo, Juan Terranova, Sebastian Antezana, Patricio Pron y una compilación de narrativa hispanoamericana: La Banda de los Corazones Sucios. Antología de el cuento villano.
Y ahora el flaco Fer con f de Ferdydurke, sugiriendonos que las fronteras son ilusorias, publica a "Los Lemmings y otros" del super poeta Fabian Casas!
Ayer murió Leónidas Lamborghini
no sé si salió en el Diario,
me llamó Santiago Llach
y me dijo: “Cucu, tildó el Lambo”.
¿O fue un mensajito de texto, en verdad?
No importa. Lo que sí sé aunque
no venga al caso, es que el poeta
Martín Rodríguez, mandó un mail
escueto sin contenido, solo el asunto:
“Murió la madre de Alejandro Rubio”.
Eso fue todo y eso es todo.
Me acuerdo que la noche que murió Mangieri
Fabi me llamó y me tiró mala onda.
Me preguntó si iba a ir al velorio y le
dije que no soportaba los velorios.
“Con todo lo que hizo por vos y no querés
ir al velorio”.
Estuve mal y estuvo mal.
Pero, ¿qué voy a ir a hacer a un velorio?
A José Luis prefiero recordarlo lleno de vida
con el maletín lleno de libros por el trocen
de la ciudad.
-“Negrito, tomá, tenés que leerte este libro”.
Mientras escribo esto está muriéndose Abundio
El pizzero de la pizzería de al lado de la cartonería
¡Qué tipo sensacional!
Me dicen los vecinos: “¿vas a hacer algo?”
¡Qué quieren que haga…!
Al final lo velamos en la cartonería.
Murió mi padre, murió Cassius Clay, murió
George Perec, Gregory Corso murió en Roma.
Un día morirá Juan Gelman y Juanita Bignozzi,
Y yo y mis hijos y todos. No importará, por supuesto.
Es una obviedad lo que digo. Es increíble que la
muerte sea una obviedad…
Mi vieja me llama y me dice (ella no morirá nunca):
-“¡Devolveme la olla que te presté!”.
Shaman Herrera es un músico y productor. El es el responsable del sonido único de muchas bandas, como la de la trilogía letal de El Mató a un Policía Motorizado, los últimos discos de Sr Tomate, 107 Faunos, Piettro viaja al Cosmos con Mariano, etc.
Con su banda Shaman y los hombres en llamas mezcla distintos tipos de Folklore con Rock. Sus textos poéticos divagan por paisajes desolados y mágicos. Con su voz gutural emula sonidos ambientales, graves, desgarradores que alteran la conciencia de el público.
Esa noche en que lo vi en un escenario de Berlín (después de la premier de Julius), se subió con sombrero de bombin, bigote, cabellera de forajido y su guitarra embrujada, yo me quede mudo!.
Pantro Puto (el guitarrista de El mató) me dijo: "Ya no voy a tocar nunca mas"; Y a mi me dio la impresión de que ese gigante había salido de un Western Psicodélico y que yo ya lo conocía hace mucho tiempo.
Mr.H McBradley: Como surgió el nombre de Shaman?
Shaman: Hay un pueblo en medio de la Pampa de la nada, se llama Chubut, esto es en la Patagonia y mis viejos estaban viajando por allí, vieron el nombre en un cartel en la ruta 36... que era un lindo nombre y así fue.
Mr H: Como empezaste a hacer música?
Shaman: Encontré una guitarra vieja de mi mamá que estaba muy rota y un amigo me ayudo a repararla. Desde ahí no pare de tocar.
Mr H: En una canción de tu último disco "Shaman y los hombres en llamas" cierras los ojos y buscas tu alma y el rojo, porque es el primer color de todos?
Shaman: Cuando naces, naces con los párpados cerrados, ves la luz con los párpados cerrados y la luz, la ves roja.
Mr H: En tu anterior disco "En el Mundo de Fuego" percibo que la muerte es el tema principal y parece como si el disco fuera una película!
Shaman: Son historias rodeadas de la muerte. Ese disco tiene la intención de ser una película clase B. Las partes explicitas quedaron afuera en la edición, pero todo estaba conectado, una historia de principio a fin sobre la muerte.
La muerte es lo único que podemos ver en el futuro. Ella te esta esperando en el horizonte y es una fuente de inspiración. Es el miedo que mata!
Hay que darle la vuelta y ver la belleza y la incertidumbre que esta en todo lo que hay.
Mr H: Como una forma de crear?
Shaman: Busco la belleza. La belleza es todo, destacando tranquilidad, sabiendo que todo va a pasar... el amor, el miedo catalizado en una canción. Al fin todo va a terminar en la muerte.
Mr H: Como llegaste a la Plata?
Shaman: Me fui de Comodoro a La Plata a estudiar cine. Allí había buenos profesores, pero no había presupuesto para bancar mis proyectos grandilocuentes y me agarre mas de la música, la que siempre me había acompaniado. Es decir me acepté a mi mismo.
Mr H: "Toma el tren hacia el sur, que allá te irá bien" cantaba Almendra, que esta pasando en La Plata?
Shaman: Es una ciudad de artistas desde siempre. La gente allí, le da mucha importancia a la cultura y al arte. La movida es bastante Underground.
Hay muchos artistas. Todos los muros están pintados. Hay una primavera artistica a pesar de que solo hay 2 locales para tocar y una banda por cuadra. Pero hay un circulo ilegal, donde se toca, una especie de resistencia y todos los pibitos hacen su banda gracias a los 107 Faunos. Ellos son mas auténticos que Los Auténticos Decadentes, porque no saben tocar.
Mr H: Como conociste a los chicos de El Mató a un Policía Motorizado?
Shaman: Me gusto mucho cuando los vi tocar, la aptitud de Santiago!.
Después compartimos recitales y se volvieron mis amigos. El disco de Navidad en Reserva lo mezclamos en el pasillo de mi casa en 7 días y es el disco que mas le gusta a todos.
Mr H: Que te parece Alemania?
Shaman: A los 16 anios fue la primera vez, Estuve de intercambio en Colonia y comencé a componer. Estar allí me ayudo a acercarme a mis raíces, a mi tierra. Por eso mis textos son sobre lo que vi de chico: el viento, el cielo, el árbol, el mar.
Cuando volví me costo mucho rescatarme, al principio me costo porque llegaba puntual y no había nadie.
Mr H: y Berlín?
Shaman: Llegue a conectarme con las chicas de Kumbia Queers, en el Gay-Parade de Kreuzberg, flasheamos en hacer algo aquí. Quedamos para tocar en Schwarze Kanal al otro día y llegamos tarde, cuando las chicas se estaban subiendo al escenario. No íbamos a tocar ni en pedo después de las Kumbia Queers!. Así que nos fuimos al Berlín Lacht (ríe) y tocamos allí.
“Idee en todo momento, idee siempre” es uno De los veinte consejos que da el Sensei Funakoshi a quien practica karate. Son principios que sirven para todo, incluso para escribir, dice Fabián.
Daisetz T. Suzuki fue uno de los grandes difusores del zen en Occidente. En un libro genial ( El zen y la cultura japonesa ) cuenta la historia de Bokuden, un samurái que practicaba el arte de la no espada. ¿Qué es el arte de la no espada? Para definirlo, Suzuki narra esta historia que yo voy a abreviar. En un bote, cruzando un inmenso lago, iban varios pasajeros y entre ellos dos samuráis, los cuales se reconocían mutuamente por las largas espadas que llevaban. Uno era Bokuden, el otro era un samurái –para decirlo de alguna manera– medio fanfa. Rápidamente el samurái fanfa lo retó a pelear a Bokuden para demostrar quién de los dos era mejor en su arte. Pero Bokuden le dijo que no podía pelear porque practicaba el arte de la no espada. El samurái fanfa se enloqueció pensando que le estaba tomando el pelo delante de los demás pasajeros y redobló su deseo de pelear. Al final Bokuden accedió y le dijo al barquero que se acercara a la costa con el bote. Cuando ya estaban a unos pasos de la arena –con los pasajeros tensos ante la inminente pelea de los dos samuráis– Bokuden invitó al samurái fanfa a que bajara a la playa, cosa que este hizo saltando aparatosamente del barco y sacando a la vez su inmensa espada. Bokuden ni se inmutó y, sin bajar del barco, le pidió el remo al barquero, lo apoyó contra la arena y empujó de nuevo el barco hacia el centro del lago, con gran precisión y fuerza. El samurái fanfa se quedó de piedra, viendo cómo la embarcación con su rival y los pasajeros se alejaban. “Este es el arte de la no espada”, le gritó Bokuden.
Hace unas semanas la legislatura porteña declaró Personalidad destacada del Deporte de la Ciudad al Sensei Mitsuo Inowe. Inowe, desde los años setenta viene practicando en nuestro país el arte de la no espada, es decir, el Karate do. Cuando él llegó de Japón era poco lo que se conocía de este arte marcial en nuestro país. E Inowe lo recorrió de punta a punta formando maestros que hoy lo han ramificado. Yo pertenezco a la rama de los karatecas outlet, pero tengo la suerte de practicarlo en el dojo con Sensei Inowe. Supongo que son múltiples los motivos por los cuales uno va a hacer karate. Algunos, porque creen que pueden sentirse más seguros, otros, para adquirir cierta disciplina o –quizá, los hay de todas las clases– para imitar los golpes y los saltos de Neo en alguna de las Matrix , como el samurái fanfa. En el libro citado de Suzuki, este dice que “Cuando se les escapa la gallina o un perro, saben que deben ir a buscarlo, pero cuando dejan ir la mente no saben que también deben buscarla”. Yo fui a karate para que mi mente no se me escape, para no estar pensando constantemente en una larga vida y terminar en la ignominia, para parar el diálogo interno y lograr ser humilde, aprender un nuevo idioma, empobrecerme y habituarme a estar en estado de eterno principiante. El cinturón negro es una convención del karate actual. Antes, el cinturón se ponía negro de tanto usarlo, pero debajo de esa oscuridad trabajosa, estaba el blanco, lo que significa pureza y principio. Una vez Sensei Inowe paró una clase porque una karateca estaba practicando con cara de dolor, impostando la fiereza. El le dijo: “Por qué hace karate así. El karate es alegría, uno tiene que estar contento cuando lo hace”. Creo que uno identifica a un maestro apenas lo ve, es algo que se aprende de manera intuitiva y no racional. Creo que lo más difícil para llegar a convertirse en maestro es lograr cierta liquidez alquímica que haga que el maestro –con la velocidad que cambia la luz de giro– se convierta en alumno y de nuevo en maestro, según la ocasión lo requiera. En estos términos, Mitsuo Inowe es un gran maestro.
Cuando estoy corriendo en el dojo, en el momento previo a tomar la clase, siento la seguridad de estar en el lugar indicado, haciendo lo correcto para mi espíritu. A lo largo de mi vida, muchas veces, estuve perdiendo el tiempo. Tomando opciones que no me interesaban y hablando y sosteniendo cosas en las que no creía. Cuando hago karate, cuando sólo pienso en los movimientos que se requieren para un kata, o en cómo dejar llevar la respiración acompañando el golpe, siento que, como escribió T. S. Eliot, el tiempo pasado y el tiempo presente, tal vez ambos estén en el tiempo futuro. Pero, como hago karate, el futuro no me importa.
El Sensei Gichin Funakoshi fue el que unificó los golpes y katas del karate do. Era poeta. Escribió este poema: “En las islas del mar del sur/es transmitido un exquisito arte./ Este es el karate/ Para mi gran pesar/el arte ha declinado/ y su transmisión es dudosa. ¿Quién podrá emprender la/ monumental tarea de restauración/ y renacimiento?/Yo debo encargarme de esta tarea./¿Quién podrá si yo no lo hiciera?/Lo prometo solemnemente al cielo azul”.
Cuando uno empieza a practicar y a rendir cinturones, el dojo le entrega una libreta bordó que tiene los 20 consejos para el practicante de Sensei Funakoshi. Estos consejos poseen la particularidad de servir para todo. Por ejemplo, para escribir. Tomemos el número seis: “El desarrollo espiritual es supremo, las habilidades técnicas son meramente medios para llegar al fin”. O el siete: “El infortunio nace de la pereza”. O el nueve: “El karate es un entrenamiento de toda la vida”. Y el genial número veinte, sobre todo porque me es difícil definir con exactitud qué quiere decir: “Idee en todo momento, idee siempre”. Este consejo final va y viene en mi cabeza. Nunca termina de definirse, es como un sueño que no logra ser interpretado del todo pero que produce sensaciones concretas para la vida cotidiana. Idee en todo momento, idee siempre. Los grandes karatecas, o los grandes escritores, son los que se reconocen como un canal a través del cual algo habla en ellos. Cuando uno los lee o los ve practicar, sabe que a través de ellos se expresa el genio de la especie, pero que ese genio no les pertenece, con lo cual, no hay por qué vanagloriarse de nada. Su única habilidad es estar disponible para ser un instrumento del espiritu que, como sabemos, sopla donde quiere.
Del rock a la literatura
Por Fabián Casas
Autor de "Ensayos bonsái", "Los Lemmings", entre otras obras.
Hace muchos años, en mi adolescencia, yo iba a la Galería del Este porque ahí estaba un local de la marca de ropa Little Stone que en ese entonces hacía furor. Vendían camisas floreadas, enteritos de jean y el logo de la marca era la lengua de Mick Jagger. En una de esas incursiones de testosterona pasé por la librería que aún hoy está en la galería y vi a Borges. Me quedé tieso. Estaba sentado, vestido con un traje claro, y una mujer le pasaba un vaso con agua. Yo, iniciado por mi maestro de séptimo grado, ya había leído alguno de sus libros, pero creo que en ese entonces me interesaba más el rock que la literatura. Sin embargo, me impactó verlo. Me dio la impresión de que se movía en otro tiempo, y que aunque la efervescencia que prometía el local de Little Stone apenas podía rozarlo, había algo vital en ese honorable anciano. Fue como si su presencia física desmontara toda la retórica con la que me lo habían presentado a lo largo de los años.
Borges fue el escritor nacional. Su cara apareció en todos lados y durante la escuela primaria y secundaria nos enseñaron un Borges prototípico: su pasión por los tigres, su odio a los espejos, los poemas de la "Fundación mítica de Buenos Aires", los que terminaban en rima y hablaban de los objetos y su teología ajedrecística. A ese Borges epidérmico le íbamos a sumar, más adelante, el de la precisión matemática, el metafísico fantástico, el fabulador que, gracias a una prodigiosa inteligencia, lograba relatos y ensayos que estaban por encima de la corrupción del tiempo. El reaccionario, el corruptor de los menores que intentaban iniciarse en la literatura y que tendrían que optar por su escritura clásica y erudita o la prosa salvaje de Roberto Arlt. Todas definiciones y antagonismos que no sirven para nada. Que no permiten una lectura productiva de la obra de Borges ni de la de Arlt.
En 1953 los hermanos Viñas –lo más parecido, en nuestra literatura, a los hermanos Castro– dieron comienzo al ciclo de la revista "Contorno" y lanzaron la operación de encumbramiento de Roberto Arlt. Claro que, tratándose de nuestra cultura, no fue una lectura positiva sino que se trató de pura negatividad. La cosa era matar a Borges para imponer a Arlt. A partir de ahí fueron creciendo las críticas contra el escritor ciego y se llegó a publicar un libro que suele andar aún por las librerías, "Contra Borges". No sé si existe otro escritor argentino que se haya hecho acreedor de un libro totalmente en su contra. Llegado a este punto, podríamos jugar con un esquema borgeano: si hoy desaparecieran todos los libros de Borges y todos los libros que lo celebran, aún podríamos notar su presencia por la crítica contraria que propició. La obra del marido de María Kodama produciría el efecto similar al que, explican los científicos, deja un agujero negro, que es invisible a la vista pero que según los cálculos matemáticos está ahí o tendría que estar ahí por la inmensa presión que provoca en la materia astral.
Fragmento de Breves apuntes de autoayuda que publicará Santiago Arcos Editor en junio de 2011.
"Siempre estuvo en nuestro espíritu nunca esperar nada de nada"
Son el referente indie rock de Sudamerica, combinando el punk rock con el noise rock; editaron 4 discos: Tormenta roja (2003); una trilogía letal, que esta compuesto por un disco navideño, Navidad en reserva (2005); las historias de amistad incondicional plasmadas en Un millón de euros; Día de los muertos (2008) un disco apocalíptico y lírico. Y están a punto de sacar un nuevo disco.
Con sus guitarras estridentes, melodías indelebles y susurros líricos se han situado en el medio del huracán y ahora están de gira con "el nuevo magnetismo Europa 2011", y antes que vengan a Berlin a vislumbrar con un show punk espacial nos hablan de la libertad, el apocalipsis, la amistad y el amor.
Mr.H McBradley: Cómo surgió la banda y como se les ocurrió el nombre?
El Mató: Nos conocimos con Willy (Doctora Muerte) en la escuela secundaria. Willy hizo una apuesta con su padre, si no se llevaba ninguna materia en 3er año, el padre le regalaba una batería, ese año estuvo afilado, así que nunca olvido el día que fuimos a verla, y encima Willy en pocos días ya tocaba genial, hacía unos redobles descomunales, fue hermoso. Luego conocimos a Manu (Pantro Puto), y después se sumó Gusti (Niño Elefante) que ya había tocado con Willy en una banda anterior llamada Grupo Mazinger. Manu en una fiesta, mientras mirábamos de reojo una tele encendida, vio que en una peli alguien le decía a otro "el mato a un policía motorizado", y después de pensarlo un poco, aceptamos por usarlo
Mr. H: Sus textos son sobre el caos, la desolación, el Apocalipsis, el flaquito de la cruz; creen que este es el fin?, de donde provienen esos susurros líricos, existencialistas, oscuros?
El Mató: Nos parece atractiva la idea, y si en el 2012 fuese el verdadero Apocalipsis, que pasaría? Sería algo malo? dejaríamos de pensar en los alquileres, en los impuestos, en los pasillos oscuros de la burocracia estatal y privada. Nos divierte pensar en esto y nos pareció una buena idea mezclar esto con la poesía urbana y visual que nos gusta desarrollar.
Mr. H: Este año fueron invitados de nuevo al festival Primavera Sound en Barcelona, que les parece tocar en el mismo escenario donde van a tocar The flaming lips, Animal collective, John Cale?
El Mató: Es un honor, un sueño increíble que no terminamos de asimilar. No se mucho que decir, pero siempre estuvo en nuestro espíritu nunca esperar nada de nada, formar una banda y pasarla bien, llenar nuestro espíritu, pero sin planearlo y sin imaginarlo fueron sucediendo cosas hermosas, y esto es una de las mejores
Mr. H: Con ustedes se sube a cantar el big poeta Fabián Casas y en su libro - Rita viaja al cosmos con Mariano- fue ilustrada por Santiago, el cantante y bajista de la banda; cuál es la relación que tienen con el spleen de Boedo?
El Mató: Es un padrino-amigo-padre-hermano-gurú hermoso que conocimos un día y ahora somos muy cercanos, siempre una palabra justa para hacerte sentir bien, útil, libre y feliz.
Mr. H: Su sello discográfico es Laptra que tiene un fin social, apuntando a "la experiencia participada es el mayor de los bienes humanos" parafraseando a Casas, ustedes creen que el arte es algo colectivo, no individual?
El Mató: Si, eso no es una opinión solamente, es la pura verdad. De la nada no sale nada, desde las influencias de gente que esta lejos en el tiempo y el espacio, y desde el nutrirse de los poetas cercanos, de los amigos, de lo cotidiano, de la energía de los artistas, de los artistas en potencia y de los que todavía no se dieron cuenta de lo geniales que pueden ser si despertasen ese lugar creativo de sus corazones.
Mr. H: Percibo que la real esencia de la creatividad innovadora y excitante esta en lo indie, como en ustedes que resisten hacia la tiranía del mainstream, porque les interesa mas los márgenes que lo masivo?
El Mató: Porque fue lo que conocimos de chicos, que nos hizo sentirnos válidos, seguros, conocer un lugar al costado que también nos podía incluir, donde podíamos respirar y hacer nuestro arte de forma libre. lo indie es eso, es lo independiente, de todo, de lo mainstream y de los prejuicios, vale todo, los modos de hacer arte, como, cuando y por que, libertad total para desarrollar nuestro arte, para que nuestras almas vivan, por momentos en paz y por momentos en lugares de locura, idiotez, amor puro, enamoramiento violento y mucho mas
Mr. H: En El Mató escucho un modo urgente, experimental y arriesgado para crear, desde este punto de vista, ¿cuál es su relación con el error? ¿tratan de evitarlo o lo consideran parte de su búsqueda creativa?
El Mató: Es parte de nuestra música. Nos gusta lo punk, no lo perfecto y académico, a pesar de haber tenido una educación en bellas artes o quizás a causa de esto, la idea es el camino, mas allá de lo desprolijo, la acción por sobre todo.
Mr. H: ¿Y entonces qué les sugiere el éxito?
El Mató: El éxito de hacer algo que realmente te haga sentir feliz y realizado
Mr. H: ¿Cuál es la posición que tienen como auditores? ¿cuáles son los discos que les provocan comprar, por ejemplo?
El Mató Mucha música, igual descargamos mucho! Mucha música vieja, no tanto y nueva, de todo: Beach Boys, Velvet underground, Pixies, Pavement, Dearhunter, Beach House, Guided by Voices, Galaxie 500, Apples in stereo y mucho más.
Mr. H: En esta gira van a interpretar el nuevo disco, de que se tratan la nuevas canciones?
El Mató: Todavía no esta listo, pero estamos presentando algunas canciones. Quizás una temática mas introspectiva romántica, no sabemos muy bien todavía como va a terminar quedando
Mr. H: ¿Es la segunda vez que vienen a Berlin que esperan... aparte de dejarse sorprender?
El Mató: No esperamos mucho, más que pasarla bien, volver a ver a nuestro amigo Edmundo, brindar, pasear, hacer tours letales y todo eso que soñamos estos días
Conciertos en Berlin
CCCP- 23 de junio als 21:00
La Cueva- 24 de junio 21:00 +
Premier "La ultima navidad de Julius"
Fueron años de abandonar el alimento del alma y preferir el silencio hasta que no hace mucho escuché (luego vi) a Amy Winehouse y sentí literalmente que algo me atravesaba como una lanza. La metáfora no es mía sino del poeta irlandés W.B. Yeats quien la aplica a definir el verdadero amor… ¿o la poesía? No me acuerdo...
Ella es una joven cantante inglesa más corrida que gallina entrerriana. De una vasta y devastadora carrera desde los trece años. Chupar y trompearse en los pubs aún le deja tiempo para ser excelente guitarrista e inspirada compositora. Lo suyo es el soul. Mezcla de jazz y blues en distintas proporciones. También hace reggaes con aire de calipso y otros géneros tropicales, baladas de rock como en los 60’s. Todo esto acompañado de unas letras aquejadas de Síndrome de Tourette, para decirlo suave. (Obscenidad, violencia, sexo explícito, etc). Amy en la matrix es famosa más por sus inconductas y excesos que por su arte, de los que se sirve en su obra con sorprendente y nunca pasteurizada sinceridad: (“Adiccted”, “Rehab”, y... ¡vade retro! “Fuck my pumps”). Back to black es hasta ahora su álbum emblemático en más de una acepción: cultural, musical, moral).
Para ella cantar es connatural a respirar, nunca se detiene a tomar aire. Aun afónica y engripada hasta el hueso alcanza raros clímax en la canción no elevando la voz sino bajándola, hasta casi apagarla, como el susurro de un gato aplastado por un armario. Perfección en el desfallecimiento. Desgarbada y vacilante, bailando a veces fuera de compás y como si fuera a orinarse; más bella que un clipper cortando una tormenta, ilustra a la perfección el oximorón borgiano de la graciosa (¿elegante?) torpeza y se me revela como un ser de patética belleza, de sublime desamparo, alguien cuya fuerza radica en su fragilidad, su feroz inocencia, su siniestra ternura.
Amy piernas de palillo, ectoplasmática. Ojos siderales de Lilith en una Babilonia informática, sus tatuajes lombrosianos, su frondosa cabellera. Y parece que toda esa inmensidad (cantar seductoramente) le costaría menos que tirarse un pedo, es un pajarito, es un tigre instantáneamente y a voluntad cantando con la perfecta ecuanimidad de las estatuas. Realmente a Amy todo le vale un reverendo carajo.
En Glastonbury (2007) en la total posesión y exaltación de sus dones, es la dueña del circo al que hace evolucionar como a un reloj atómico ante nuestra maravilla. La omnipotencia de su dominio escénico manda a bailar a público y orquesta como perritos amaestrados y... ¡detiene la lluvia!
En Lisboa (Rock n Río, 2008) alcanza un alto grado de sofisticada perfección, patética y desvalida, siempre a pique de caer de sus elevados tacones de Pitufina, cagada hasta las patas, como dicen al sur, tropezando con los altavoces y siempre inclinándose para coger la copa mágicamente llena, es capaz de ponerse a cantar en cuatro pies o comiendo un caramelo. Con ese inquebrantable ánimo hecho moco nos conmueve tanto cuando al gemir “Love is a losing game”, memora alguna(s) perrería(s) de su existencia y el trago se le empieza a salir por los ojos. Así, desjuerzada, resulta un ser de sublime seducción. Mientras tanto los grones se despepitan bailando. Nos previene con ingenuidad perversa de que usa y abusa, que ella no es buena. (You know I am not good). Ya lo sabíamos Amy, así como adquirimos esa álgida verdad desde siempre: las únicas chicas buenas son las malas. En su conducta errática, en su trance sagrado, tiene la capacidad de hacernos creer que es a ti, solamente a ti a quien se dirige.
Para entonces el público está más arrecho que mono colgau del techo. Y los grones del coro saltando y brincando como sapos rociados con sal. En ese aquelarre que es Glastonbury (Isla de Wigth 2007, la única herencia de Woodstock) presenta su homenaje nada más ni nada menos que a Sus Majestades Satánicas. ¡Ningún piojo tuerto!.
Ella es la cantante afónica, la cantanta del pueblo de los ratones de que nos habla Kafka. Hay un momento en que pasa a ser la luz de mi oscuridad. No puede ser más que un ángel travestido con alas de murciélago, un vivo paradigma de la gracia divina. (Es divina porque es demoníaca: Terrible es todo ángel, y sin embargo/ ¿quién entre las legiones celestiales/ me escuchará...? Rilke, 1ra. Elegía). Una artista que resulta ideal para cargarla con todos nuestros karmas, catártica.
Amy nos salva, nos redime destruyéndose a si misma. Hay algo de morbosa fascinación en ese hermosísimo ser faunesco, bastante fairy que se sacrifica a nuestra vista (y oído) para nuestro deleite, y la elevación de nuestra alma, corazón, zonas vagamente imaginadas bajo esos nombres cantando con los fuelles en el útero. Ella es la más macha de las mujeres, deidad egipcia, la diosa Cocodrilo del Nilo que se devora a todos, y juega fútbol, hace campaneadas con mi corazón.
Necesitamos aferrarnos a un amor desesperado para nutrir nuestra propia desesperación. Intuyo en ella la soledad de las cantantes, como la soledad del corredor de fondo, siempre en feroz competencia consigo misma. La enorme presión de su singularidad, de su unicidad. También intuyo en esta flaquita divina y autodestructiva, una gigante y poderosa transnacional anónima.
Gime, gruñe, suspira, solloza, jadea, se enfurruña, calla... y todo es canto. A la final me parece que canta como si no estuviera cantando. O como dice Hölderlin de Orfeo: Ella ya no está y en su lugar creció un árbol de canto. (*)
Que haya siempre una mujer cantando en el horizonte mientras nos dirigimos a la muerte. Que esa mujer sea Amy.
(*) (mi editor odia estas citas que adivina inventadas, pero sabrás disculpar flaco, a Borges lo disculpaban).
Hace 4 o 5 años que Alejandro Lingenti estaba fraguando la adaptación de la novela iniciatica de Fabian Casas y con la ayuda de Juan Villegas, la película "Ocio" se hizo realidad.
"Ocio" cuenta la historia de la desintegración de una familia, después de la muerte de la madre, el protagonista Andrés (Nauel Viale) vive con su hermano y su padre, son como islas que casualmente se encuentran en la cocina de la casa, él si no esta en su cuarto leyendo Camus, esta deambulando por las calles, compartiendo cigarrillos y cervezas con sus amigos, encaramados en los techos de Buenos Aires.
Pero Andrés en realidad esta atascado en la antesala del Horla, en el paso de la adolescencia a un estado muy impreciso, donde el personaje sufre, lo que se sufre ese instante, tratando de llenar el silencio de su vida con música, desde un toca discos resuena Pescado Rabioso y Manal, el leitmotiv son los riffs que estallan de la guitarra del big Ariel Minimal. También actúan el gato de 107 Faunos y Santiago de El Mató un Policía Motorizado, unos rockers inverosímiles de la Plata.
Una película que te rompe las expectativas, deja cabos sueltos, es encantadora, es rara, como las que nos gusta a nosotros.
Ocio es una historia de amistad que esta echa con bajo presupuesto y with a little help from my friends o parafraseando a Fabian: "el arte es algo colectivo no individual"